miércoles, 4 de febrero de 2009

La degradación de las condiciones de trabajo de los profesores en el Sistema UPR
Por Ramón Rosario Luna, Ph.D.

Ponencia presentada el 28 de enero de 2008 en el foro “La UPR ante la crisis fiscal”, organizado por la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU) y realizado en el Anfiteatro #1 de la Facultad de Educación del Recinto de Río Piedras de la UPR.

I- Planteamiento del problema y preguntas guía

¿Es cierto que las condiciones de trabajo de los profesores del Sistema UPR están en creciente deterioro? ¿Cómo ha evolucionado este problema? Los datos ofrecidos por la Oficina de Planificación Académica del Sistema de la UPR confirman que las condiciones de trabajo de los profesores de la UPR se están degradando durante los últimos años, especialmente en el Recinto de Río Piedras. La tabla “Docentes según tipo de contrato en el Recinto de Río Piedras”, que incluye años selectos desde 1999-2000 a 2005-2006, demuestra lo siguiente: (1) un aumento en la proporción de los docentes sin plaza: de 29% a 37%; (2) un incremento de 36% en la cantidad de los docentes sin plaza; (3) un crecimiento de 57% en la cantidad de docentes a tiempo parcial; (4) un aumento en la proporción de docentes a tiempo parcial: de 17% a 25%; (5) un estancamiento absoluto de los profesores con plaza: 0% de aumento y (6) un decrecimiento de la proporción de los docentes con plaza, de 68% a menos del 63%.

Docentes según tipo de contrato en el Recinto de Río Piedras:



Datos de la Oficina de Planificación Académica del Sistema de la UPR. Para un análisis más completo de las condiciones laborales de los profesores, refiérase al ensayo “Las condiciones de trabajo de los profesores en la universidad neoliberal: 2 (superexplotación)” publicado en 2007 en el segundo número de la Revista Apuesta.

¿Por qué ocurre esta degradación? ¿Será que los administradores de la UPR funcionan cada vez más en términos capitalistas neoliberales? Para contestar esto, analicemos las condiciones de trabajo de los profesores sin plaza, entendamos qué consecuencias tiene el que cada vez menos docentes tengan plaza, y luego enfrentemos ese análisis a lo que son las políticas neoliberales.


II- Análisis de las condiciones de trabajo

Actualmente, en el Sistema UPR hay un déficit de unas 700 plazas. El Recinto de Río Piedras es el líder de esta tendencia: tiene un déficit de unas 400 plazas. ¿Por qué la administración hace esto? Para reducir costo de operaciones. ¿Cómo lo hace la administración de la UPR? (1) Tan pronto un profesor se retira, la administración ofrece los cursos necesarios contratando profesores sin plaza para realizar la tarea que hacía el recién retirado. (2) Aumentan las secciones, no abren plazas y contratan profesores sin plaza para ofrecer esas secciones.

¿Qué significa el déficit de plazas para las condiciones de trabajo de los Profesores Sin Plaza?, malas condiciones de trabajo. Los profesores sin plaza, el 37 por ciento de los profesores del Recinto de Río Piedras, incluyen a los profesores sin plaza a tarea completa (el 12 por ciento) y a profesores sin plaza a tarea parcial (el 25 por ciento).

Muchos profesores sin plaza a tarea completa tienen contratos de 10 meses, por lo que quedan desempleados estacionalmente durante el verano y cada año viven la incertidumbre de la posible no renovación de su contrato. Aunque la gran mayoría tiene la preparación académica requerida, publicaciones y buenas evaluaciones, no les dan plaza. Sin embargo los contratan año tras año (muchos llevan más de 10 años así), lo que evidencia que la institución los necesita y que son buenos, por lo que deberían tener plaza. Recientemente la APPU logró conseguir plan médico a estos profesores sin plaza. Sin embargo, hemos visto que múltiples departamentos académicos reducen la carga académica de profesores sin plaza a tiempo completo a tarea parcial, para ahorrarse dinero.

Los profesores sin plaza a tarea parcial son el 25 por ciento de los profesores del Recinto de Río Piedras. Aunque muchos de estos tienen la preparación académica requerida, publicaciones y buenas evaluaciones, no les dan plaza. Pero los contratan semestre tras semestre. Estos no tienen aportación patronal a plan médico, difícilmente pueden pagarse un plan médico privado, pero no pueden participar del plan médico gubernamental de la reforma porque “ganan demasiado”. Además de quedar desempleados durante el verano, sus salarios son paupérrimos.

¿Cuán bajos son los salarios de los profesores sin plaza a tarea parcial? Son salarios de pobreza. El gobierno federal define pobreza como un ingreso menor a $21,200 al año para una familia de 4 personas. El sistema UPR paga $2,151 por curso de 3 créditos a profesores con doctorado; con maestría, el pago por curso de 3 créditos es $1,867. A esta tarifa, los profesores a tiempo parcial cobrarían unos $16,000 al año ($17,208 para doctores y $14,936 con maestría) si dieran cuatro secciones por semestre, que es la carga completa. Esto está claramente por debajo de los $21,200 de la línea de pobreza.

Lo anterior es inconstitucional. El artículo 16 de la “Constitución del Estado Libre Asociado” establece el derecho a recibir igual paga por igual trabajo, pero la UPR paga 78% menos por tarea a los profesores sin plaza a tarea parcial. El pago anual para los profesores con plaza, que tienen doctorado, iniciando, con el rango básico de Catedrático Auxiliar, es $59,400; si tomamos en cuenta los derechos denominados como beneficios marginales, el monto recibido anualmente por profesor con doctorado y con plaza es alrededor de 80,000 dólares. Esto es a cambio de enseñar 8 secciones al año, lo que significa que se reciben $10,000 por sección. Por lo tanto, pagar $2,151 por sección es pagar 78 por ciento menos por tarea. Eso es lo que hace esta administración con el 25% de los profesores del Recinto de Río Piedras: llevarlos a la pobreza para ahorrarse $62,792 anuales por cada plaza que no está cubierta cuyos cursos son brindados por profesores a tarea parcial.

En la práctica, estas paupérrimas condiciones de trabajo imponen la prolongación extraordinaria de la jornada laboral. Para compensar los salarios miserables, estos profesores se ven obligados a enseñar 7, 8 y hasta 10 secciones por semestre, lo que típicamente significa laborar en 3 ó 4 recintos distintos a la vez, ofreciendo 4 y 5 preparaciones distintas. Esta jornada superprolongada no significa niveles de ingreso alto. Por ejemplo, trabajar 8 secciones por semestre (el doble de la jornada completa, casi 80 horas a la semana), significa cobrar unos $32,000 al año (bruto).


III- Efectos de estas condiciones de trabajo

Además del obvio estrés y daño a la salud que esta inestabilidad laboral impone a los docentes sin plaza, ¿qué efectos tienen estas pésimas condiciones de trabajo en la calidad de la educación universitaria? Esta sobrecarga de trabajo degrada la calidad del servicio brindado al estudiante, pues la prolongación extraordinaria de la jornada laboral reduce el tiempo disponible para la lectura necesaria para ofrecer los cursos, para evaluar los trabajos de los estudiantes. La degradación de las condiciones de trabajo de los profesores imposibilita brindar a los estudiantes la atención que los estudiantes se merecen y que los colegas sin plaza quieren dar.

Los pésimos salarios pagados por la UPR a los profesores sin plaza que laboran a tarea parcial dificultan extraordinariamente la reproducción adecuada de la fuerza laboral intelectual. Con estos miserables salarios es casi imposible pagar membresías de asociaciones profesionales, suscripciones a revistas de la especialidad, viajes a congresos internacionales para ofrecer conferencias o escuchar ponencias de los colegas ¡y hasta comprar libros! Estas condiciones de trabajo sabotean el desarrollo de la investigación.

La precariedad laboral de los profesores sin plaza también amenaza la libertad académica, la que es fundamento de la universidad. La estabilidad provista por la plaza permanente es condición para eliminar obstáculos externos al criterio investigativo y de enseñanza del profesor. Eliminar las permanencias (contratar cada vez más profesores sin plaza) elimina la condición laboral que garantiza la libertad intelectual y el debate de ideas, pues los docentes quedan expuestos ante los vaivenes de los gustos de los comités de personal y de los directores de departamento. Esto convierte a la universidad en un centro de dogmatismo en el que los amedrentados profesores repiten lo que las autoridades quieren oír. Eliminar la permanencia es eliminar la universidad.

Recordemos que las mejores universidades lo son en gran parte porque tienen los mejores profesores, a los que atraen y retienen porque proveen buenas condiciones para la producción intelectual. Dada esa correlación entre buenas condiciones de trabajo de los docentes y calidad académica de la universidad, ¿cómo interpretaremos el que esta universidad esté degradando las condiciones de trabajo de sus docentes? La actual degradación de las condiciones de trabajo de los docentes universitarios es un ataque directo a la calidad académica de la universidad.

Pero la generalización de la contratación de profesores sin plaza es también un asunto que concierne a los profesores con plaza en dos sentidos. Primeramente, la tendencia a aumentar la proporción de profesores sin plaza afecta negativamente a los profesores con plaza porque mientras más profesores sin plaza haya en cada departamento, mayor carga burocrática-administrativa y cantidad de tarea en comités tendrán los profesores con plaza. Esto les resta tiempo de investigación y de preparación para los cursos a los profesores con plaza. En un segundo sentido, el aumento en la proporción de profesores sin plaza amenaza la estabilidad del fondo de retiro de los profesores con plaza. Reducir la cantidad de profesores con plaza reduce la cantidad de docentes que aportan al fondo de retiro, por lo que disminuye el dinero disponible en ese fondo. La tendencia administrativa a incrementar los profesores sin plaza llevará a que el fondo de retiro se agote, precisamente en este momento histórico, en el que muchos profesores de la generación de “baby boomers” se está retirando. En tercer término, sabemos que a los administradores neoliberales les disgustan la permanencia y los “holgados” salarios de los profesores con plaza. Entonces, estimamos que lo que han iniciado con los docentes sin plaza lo harán próximamente con los que sí tienen plaza: podemos esperar un ataque explícito a la permanencia en un futuro cercano.


IV- La APPU: propuestas y costos de las mismas

¿Qué propone la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios? (1) Abrir las 700 plazas necesarias inmediatamente. (2) Cambiar la escala de compensaciones adicionales aumentando el pago por sección de modo que la paga sea justa y equitativa: que el pago por sección de tres créditos sea $7,000. (3) Conceder plan médico a los docentes sin plaza que laboran a tarea parcial. (4) Dar prioridad en la otorgación de las plazas a los profesores que llevan trabajando cinco años o más, tienen las cualificaciones y buenas evaluaciones.

¿Cuánto cuestan estas condiciones de trabajo dignas? Cada plaza cuesta, para profesores con doctorado, unos $80,000 dólares anuales. Abrir 700 plazas cuesta $56,000,000 anuales. ¿Qué significan $56,000,000 anuales para el Sistema UPR? Significa poco. El presupuesto del Sistema UPR es de $1,626,000,000 anuales; $56,000,000 es tan solo el 3.44 por ciento de $1,626,000,000.


V- Breve análisis del problema

Si abrir las plazas necesarias cuesta relativamente tan poco, ¿por qué los administradores universitarios no las abren? ¿Por qué imponen esta degradación en las condiciones de trabajo de los profesores en la UPR? Podemos explicitar tres premisas de estas políticas laborales: autoritarismo, pro-explotación y anti-intelectualismo.

La primera premisa, el autoritarismo, es la intención política de implantar sus posturas aunque esto signifique aplastar a las mayorías. Lo que hacen es posible porque la estructura política interna de la universidad no es democrática: los administradores (minoría) no tienen que rendirle cuentas a los docentes (mayoría), pues estos no los eligieron. Por lo tanto, pueden imponer estas condiciones unilateralmente. El sistema jurídico de este país ha reforzado este autoritarismo institucional: la decisión del Tribunal Supremo de no reconocerle a los profesores el derecho a negociación colectiva le da mano libre a los administradores de esta no-democrática universidad, pues dificulta el desarrollo del contrapoder de los profesores organizados.

La segunda premisa plantea que los administradores creen en la intensificación de la explotación inmanente al capitalismo neoliberal, o que por lo menos no tienen problemas con esta. Por contraste, recordemos que, si los trabajadores de oficina y de mantenimiento han logrado algunas conquistas es porque están organizados y negocian colectivamente; si no fuera sí, pudiéramos estimar fácilmente cuáles serían los salarios y condiciones de trabajo. Las prioridades de estos administradores no incluyen que los trabajadores tengan buenas condiciones de trabajo ni que haya justicia social ni laboral; su prioridad es reducir gastos, aún si esto significa degradar las condiciones de existencia de quienes trabajan.

La tercera premisa, el anti-intelectualismo, debería ser inadmisible en una universidad, que se supone que sea la sede de la producción intelectual y el lugar de formación de los profesionales, de los trabajadores intelectuales. Sin embargo, la alarmantemente creciente degradación de las condiciones de trabajo de los docentes es clara evidencia del poco respeto que tienen los administradores por la producción intelectual y por los intelectuales. Esta brutal paradoja, un centro académico dirigido por anti-académicos que degradan a la academia y a los académicos, debe ser profundamente estudiada y ampliamente denunciada.

Examinemos lo anterior a la luz de unos conceptos pertinentes a este análisis: capitalismo, nuevo trato y neoliberalismo. El capitalismo es el sistema socio-económico en el que: (1) una minoría (los patronos capitalistas) controla los medios de producción y da órdenes; (2) la mayoría (trabajadores asalariados) no controla los medios de producción y hacen las tareas a partir de las órdenes que reciben. Inherente a este sistema económico es el enriquecimiento de la clase dominante a costa del trabajo de la clase dominada y el advenimiento de crisis cíclicas de sobreproducción. Ante la descomunal crisis del capitalismo de modelo liberal, no-intervencionista, de 1929, y para apaciguar la radicalización política a la que tendió la clase trabajadora ante la sistemática y abrumadora miseria que imponía aquél modelo capitalista, surgió el nuevo trato. Esta nueva política económica, guiada por la teorización keynesiana, estableció una forma del capitalismo con regulación estatal de la economía y con reformas sociales que incluyeron mejoras en las condiciones de trabajo y de existencia de los trabajadores mediante leyes laborales y asistencia social. El gran crecimiento económico con ausencia de crisis intensas desde la segunda posguerra mundial hasta alrededor de 1970 indicaron un relativo éxito de ese modelo. Sin embargo, a partir de 1970 se reiniciaron unas crisis económicas que las intervenciones novotratistas-keynesianas no pudieron moderar. A partir de la baja de la tasa de propia de estas crisis, los patronos capitalistas tendieron a abandonar el nuevo trato y a asumir el neoliberalismo. El neoliberalismo reduce la regulación estatal de la economía, privatiza empresas públicas, degrada las condiciones de trabajo y de existencia de la clase trabajadora, reduce la asistencia social a los sectores más pobres de la clase trabajadora e interviene a favor de las grandes corporaciones.

Por lo visto, los administradores de la UPR operan cada vez más en términos capitalistas neoliberales. Las primeras tres premisas que llevan a estos administradores a degradar las condiciones de los profesores (autoritarismo, pro-explotación y anti-intelectualismo) son completamente cónsonas con el pensamiento neoliberal. (1) Desmontar el nuevo trato e implantar el neoliberalismo requiere imponerle a las mayorías condiciones perjudiciales a sus intereses, es anti-democrático. (2) Lo que se impone por medios anti-democráticos es el incremento de la explotación de los trabajadores, la reducción de las ayudas sociales a los más pobres y la intensificación de la desigualdad social. (3) El pensamiento neoliberal es pragmatista: desconoce la historia, es insensible ante la acentuación de la desigualdad y de la injusticia social, ignora la relación de la desigualdad y la injusticia con los incrementos en criminalidad, enfermedades mentales y adicciones; también desatiende las consecuencias medioambientales de un sistema económico guiado por la desenfrenada sed de lucro de la minoría opulenta. Los neoliberales intentan implantar lo que funcione en lo inmediato para aumentar las ganancias de los patronos, sin pensar en las consecuencias; el neoliberalismo es anti-intelectual.

La degradación de las condiciones de trabajo de los profesores impuesta por los administradores neoliberales es parte de la reconformación de la universidad en términos explícitamente capitalistas. El fiasco de “Plaza Universitaria” (cuyo costo de inversión fue público pero cuyas ganancias son privadas, a la vez que unas acusaciones de corrupción han quedado sobre el tapete), los gigantescos costos de operación de la Administración Central (incluyendo gastos alegres), las múltiples privatizaciones (del teatro del Recinto de Río Piedras, de la guardia universitaria, del proceso de pago de matrícula, de la operación de estacionamientos...), el creciente control corporativo de la investigación universitaria cada vez más centrada en la ecológicamente perniciosa biotecnología (consagrada en Congresos de Biotecnología auspiciados por Lilly, Inc. y Abbot, lnc.), una tecnocrática reforma curricular que promueve la especialización y que reduce los cursos que promueven el debate y la crítica (como los de humanidades) y aumento en los costos de matrícula y cuotas, son algunas de las múltiples dimensiones de la tendencia neoliberal-corporacionista del sistema UPR.

Todo esto que ha pasado, seguirá ocurriendo... a menos que los profesores reconozcan su condición de trabajadores asalariados y se organicen para exigir condiciones decentes para su labor intelectual. Estas condiciones de trabajo justas suponen formular e implantar otro modelo de universidad, esta vez en términos democráticos, socialmente sensibles y ambientalmente sustentables. Hasta ahora los profesores no han transformado surealidad a su favor porque no la entienden (no la han estudiado); pero su incomprensión del sistema en el que interactúan radica también en queapenas han intentado transformarlo: se (mal)entienden comono-trabajadores, lo que les impide actuar en pos de susintereses de clase; y al no actuar según sus intereses de clase,el orden que los explota acrecienta la agresión con la que los ataca. Entender nuestra participación en este sistema universitario es imprescindible para cualquier intentode transformarlo; pero solo al intentar modificar ese sistema podremos comprenderlo.

Ramón Rosario Luna es Profesor a tiempo parcial de la UPR-Bayamón, Organizador Sindical de la APPU, fundador del Comité de Docentes Sin Plaza de la APPU y Editor de la Revista Apuesta.