Luchemos por lo que falta
Por Nahomi Galindo Malavé
Tomado de El Nuevo Día.
El 8 de marzo en todo el mundo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, cuyos orígenes se remontan a las luchas de las mujeres trabajadoras de la segunda década del siglo XX por obtener el derecho al voto, mayor respeto en el mundo laboral y mejores condiciones de trabajo.
Desde entonces sigue habiendo avances en muchas áreas, bastantes de ellas, incluso donde se creía haber alcanzado la igualdad. Por ejemplo, en territorio estadounidense, las mujeres podemos hoy celebrar la reciente firma de la “Lilly Ledbetter Fair Pay Act”, norma que promueve la equidad salarial, en respuesta a dictámenes del Tribunal Supremo que restringían las demandas por discriminación en los salarios bajo la ley anterior.
En otros aspectos, el estancamiento es evidente.
Por un lado, la crisis económica mundial, que afecta también a Puerto Rico, amplifica el estancamiento económico de la mujer. La alternativa a la crisis que ofrece el nuevo gobierno está resumida en el informe del Consejo Asesor de Reconstrucción Económica y Fiscal, el cual propone medidas que, de implementarse, aumentarán el desempleo y deteriorarán aún más los servicios públicos, efectos nefastos para la clase trabajadora, y especialmente para las mujeres jefas de familia, que cada vez son más en nuestro país.
Por otro lado, la democracia en Puerto Rico se ve amenazada ante la crisis del estado laico: los crecientes ataques a la separación constitucional de Iglesia y Estado.
En los últimos años el Estado ha sido cooptado por ciertos sectores religiosos, cuya agenda ha sido apadrinada por muchos de nuestros políticos. El ataque se manifiesta abiertamente cuando dilatan la aprobación del nuevo Código Civil. Cuando amenazan con revivir la Resolución 99. Al retirar la carta circular que pretendía incluir la perspectiva de género en el currículo de las escuelas públicas. O al paralizar el nombramiento de Johanne Vélez García como procuradora de la mujer, por hacer expresiones cónsonas con la posición para la cual fue recomendada.
Todas estas acciones tienen el efecto, si no el propósito, de erosionar gravemente los derechos de las mujeres.
A casi un siglo de distancia del primer Día Internacional de la Mujer, el balance de lo que se ha avanzado permanece incierto.
Por ello, este 8 de marzo, y todos los días, más que celebrar, conmemoremos la larga historia de lucha que nos legaron nuestras antepasadas, de la única forma que su sacrificio merece: luchando por lo que falta.
Nahomi Galindo Malavé es activista de derechos humanos, estudiante de maestría en Historia de la UPR-Río Piedras, y miembro de la Junta Editora de Apuesta.