Crónicas del Fortuñato
En la tarde de hoy, mientras reproducía mi resumé en un establecimiento de fotocopias en Río Piedras, escuché a otro cliente charlar "casualmente" con uno de los empleados.
El doncito, barbú y canoso, con par de libritas de mas, preguntaba si "en la iupi siguen haciendo huelga" (hoy hubo una marcha, el paro fue ayer... pero en la calle, todo es lo mismo, igual que todos los estudiantes "revoltosos" son "fupistas"), a lo que el empleado respondió que sí, que siguen en eso.
El cliente contestó, "jum... total... pa mi que este gobernador está bregando bien, por lo menos con la corrupción."
"Unjú," pensé, imaginándome por donde venía, pues ya habia alcanzado ver, entre los documentos que manejaba, tarjetas de presentación de algún miembro de la Cámara de Representantes (desafortunadamente, no se me grabó el nombre).
El empleado, que al parecer lo conocía de antes, le preguntó por algún "caso" que estaba bregando. Yo me distraje momentáneamente con lo mío, cuando de repente la conversación volvió a captar mi atención.
"Sí, pero ya eso se está resolviendo," contestó el don. "Nos reunimos con el gobe y con el nuevo de Justicia. Aquí van a ir presos dos o tres. Déjame decirte, que la corrupción de Sila, y la de Aníbal, son cosa grande."
Ya sabía yo. Je, je...
"Seguro," pensé yo. "Tan grande como la de los tuyos. Quien duda a estas alturas que rojos y azules son la misma mier..."
En eso el empleado, un muchacho joven y buenazo, seguramente aburrido de la politiquería del viejo, me pregunta a mí, "así que buscando trabajo, ¿ah?"
"Ya tú sabes," contesté. "No está fácil la cosa."
El don, tras de politiquero, entrometido, me dice, "déjame darte un consejo, mijo, que de estas cosas yo sé."
"Ajá, dígame."
"Invéntate una compañía de landscaping."
Me pareció curioso sobre todo lo de "invéntate". A mí, que de "landscaping" sé lo que sé de neurocirugía, y que tengo menos pinta de jardindero que de monjita de la caridad.
"¿Ajá?"
"Sí, porque déjame explicarte. Aquí lo van a privatizar todo."
"Eso lo sé yo, chorro'e desgraciaos," pensé.
"Las carreteras se las van a dar a las compañías privadas, pa' que las tengan bien limpiecitas, todo. Sí, aquí todo va a ser como debe ser. Invéntate una compañía de landscaping, de consejería en trabajo social, de energía eléctrica," me dijo, casi relamiéndose.
Sobre todo lo de la ENERGÍA ELÉCTRICA se sintió como una bofetda en la cara, confirmando todo lo que uno ya sabe, que lleva años sucediendo y la UTIER denunciando, que las APP convierten en hecho consumado, y que aún a estas alturas no se atreven a decir abiertamente.
"Entonces, o estás donde tienes que estar, o eres de los que quieren insistir en irse contra la corriente, y la corriente se los va a llevar."
En eso acabé con lo mío. "Usted sabe que pasa, que a mí me gusta nadar en contra de la corriente," le dije. Me despedí del empleado con un gesto, y me fui apresuradamente.
"¡Pues en veinte años te veré en la misma esquina!" me gritó mientras salía.
A fin de cuentas, nunca sabré con certeza quien era el viejo. Algo me dice que está bien enchufadito con el ala azul de nuestro Partido Único y que le está cobrando algún viejo favor a alguien contra otro tan traquetero como él.
Así es el cínico micropoder del capitalismo colonial nuestro de todos los días. No son sólo los Carrión, Ferré y Fonalledas los que se jartan en el banquete neoliberal.
El problema es que entre todos los "landscaping" que van a guisar (y muchos que vienen guisando) con contratitos del mismo gobierno que dizque no tiene chavos, juntos no van a emplear ni a una fracción de los casi 30,000 que ya están en la calle (y los que faltan), por no hablar de los cientos de miles de empleos que ha dejado de generar en los últimos 30 años la MISMA empresa privada que ha sido proclamada "dueña del país", ahora que "todo va a ser como debe ser."
Esos son los que "se lleva la corriente." Camarón que se duerme, dicen. Such is life.
Pero no es ninguna corriente, sino una manguera de presión que nos están pegando. Vamos a tener todos los camaroncitos (o garrapatitas) que juntarnos de una vez y por todas, pa' picarlos hasta que se desangren.
En la tarde de hoy, mientras reproducía mi resumé en un establecimiento de fotocopias en Río Piedras, escuché a otro cliente charlar "casualmente" con uno de los empleados.
El doncito, barbú y canoso, con par de libritas de mas, preguntaba si "en la iupi siguen haciendo huelga" (hoy hubo una marcha, el paro fue ayer... pero en la calle, todo es lo mismo, igual que todos los estudiantes "revoltosos" son "fupistas"), a lo que el empleado respondió que sí, que siguen en eso.
El cliente contestó, "jum... total... pa mi que este gobernador está bregando bien, por lo menos con la corrupción."
"Unjú," pensé, imaginándome por donde venía, pues ya habia alcanzado ver, entre los documentos que manejaba, tarjetas de presentación de algún miembro de la Cámara de Representantes (desafortunadamente, no se me grabó el nombre).
El empleado, que al parecer lo conocía de antes, le preguntó por algún "caso" que estaba bregando. Yo me distraje momentáneamente con lo mío, cuando de repente la conversación volvió a captar mi atención.
"Sí, pero ya eso se está resolviendo," contestó el don. "Nos reunimos con el gobe y con el nuevo de Justicia. Aquí van a ir presos dos o tres. Déjame decirte, que la corrupción de Sila, y la de Aníbal, son cosa grande."
Ya sabía yo. Je, je...
"Seguro," pensé yo. "Tan grande como la de los tuyos. Quien duda a estas alturas que rojos y azules son la misma mier..."
En eso el empleado, un muchacho joven y buenazo, seguramente aburrido de la politiquería del viejo, me pregunta a mí, "así que buscando trabajo, ¿ah?"
"Ya tú sabes," contesté. "No está fácil la cosa."
El don, tras de politiquero, entrometido, me dice, "déjame darte un consejo, mijo, que de estas cosas yo sé."
"Ajá, dígame."
"Invéntate una compañía de landscaping."
Me pareció curioso sobre todo lo de "invéntate". A mí, que de "landscaping" sé lo que sé de neurocirugía, y que tengo menos pinta de jardindero que de monjita de la caridad.
"¿Ajá?"
"Sí, porque déjame explicarte. Aquí lo van a privatizar todo."
"Eso lo sé yo, chorro'e desgraciaos," pensé.
"Las carreteras se las van a dar a las compañías privadas, pa' que las tengan bien limpiecitas, todo. Sí, aquí todo va a ser como debe ser. Invéntate una compañía de landscaping, de consejería en trabajo social, de energía eléctrica," me dijo, casi relamiéndose.
Sobre todo lo de la ENERGÍA ELÉCTRICA se sintió como una bofetda en la cara, confirmando todo lo que uno ya sabe, que lleva años sucediendo y la UTIER denunciando, que las APP convierten en hecho consumado, y que aún a estas alturas no se atreven a decir abiertamente.
"Entonces, o estás donde tienes que estar, o eres de los que quieren insistir en irse contra la corriente, y la corriente se los va a llevar."
En eso acabé con lo mío. "Usted sabe que pasa, que a mí me gusta nadar en contra de la corriente," le dije. Me despedí del empleado con un gesto, y me fui apresuradamente.
"¡Pues en veinte años te veré en la misma esquina!" me gritó mientras salía.
A fin de cuentas, nunca sabré con certeza quien era el viejo. Algo me dice que está bien enchufadito con el ala azul de nuestro Partido Único y que le está cobrando algún viejo favor a alguien contra otro tan traquetero como él.
Así es el cínico micropoder del capitalismo colonial nuestro de todos los días. No son sólo los Carrión, Ferré y Fonalledas los que se jartan en el banquete neoliberal.
El problema es que entre todos los "landscaping" que van a guisar (y muchos que vienen guisando) con contratitos del mismo gobierno que dizque no tiene chavos, juntos no van a emplear ni a una fracción de los casi 30,000 que ya están en la calle (y los que faltan), por no hablar de los cientos de miles de empleos que ha dejado de generar en los últimos 30 años la MISMA empresa privada que ha sido proclamada "dueña del país", ahora que "todo va a ser como debe ser."
Esos son los que "se lleva la corriente." Camarón que se duerme, dicen. Such is life.
Pero no es ninguna corriente, sino una manguera de presión que nos están pegando. Vamos a tener todos los camaroncitos (o garrapatitas) que juntarnos de una vez y por todas, pa' picarlos hasta que se desangren.