jueves, 6 de noviembre de 2008

Análisis parcial(izado) de las elecciones (Parte I)
Votar pa' quedarse callao
Por José A. Laguarta Ramírez, Junta Editora de Apuesta

What if, however, the between-the-lines Republican message (don’t be afraid, there will be no real change) is the true illusion, not the secret truth? What if there really will be a change? Or, to paraphrase the Marx brothers: McCain and Palin look like they want a change and talk like they want a change — but this shouldn’t deceive us, they might very well accomplish a change!

Perhaps this is the true danger, since it would be change in the direction of “Country first!” and of “Drill, baby, drill!”

Luckily, as an electoral blessing in disguise, a sobering thing happened to remind us where we really live: in the reality of global capitalism.
—Slavoj Žižek, Through the Glasses Darkly

Tras la aplastante victoria del PNP en los comicios que recién concluyen, es necesaria una reflexión profunda y seria, pero sobre todo crítica. Para los sectores independentistas y de la izquierda, este proceso de introspección colectiva se hace aun más urgente, ante la amenaza del derrotismo y la desmoralización permanente.

Lo primero que salta a la vista del resultado es lo erradas que estaban todas las “encuestas” y “expertos” sobre el efecto que tendría el mensaje televisado del gobernador al país a pocos días del evento electoral, y la aparente debilidad de los cargos federales que aún pesan en su contra. Luis Fortuño ganó con 12 puntos porcentuales de ventaja (sobre 220,000 votos) sobre Aníbal Acevedo Vilá – más del doble de la ventaja porcentual obtenida por Pedro Rosselló sobre Héctor Luis Acevedo en las elecciones de 1996. Una ventaja de esta magnitud no se veía en este país desde la victoria de Roberto Sánchez Vilella en 1964, la última elección de la era de la hegemonía del PPD.

Además de recordarnos lo enajenados que están la mayoría de estos “expertos” de la realidad del país, este resultado lo que indica es que la gente no le votó en contra a Aníbal por los cargos de corrupción, sino por el desastre que se percibe ha representado su administración en casi todos los renglones. Aquí hay una lección importante para la izquierda, puesto que tanto los candidatos del PIP como muchos observadores (incluyendo un servidor) en momentos sucumbieron a la distracción que representan los cargos federales, en lugar de mantener el enfoque sobre el problema medular, y que era la principal fortaleza del candidato pipiolo: en las palabras célebres de James Carville, “It's the economy, stupid!

Por otro lado, el gobernador-electo ni siquiera alcanzó el millón de votos acumulados por su ex-jefe en el '96, a pesar de superarlo tanto en porcentaje neto como en la ventaja porcentual sobre su más cercano rival. Evidentemente, Fortuño no ganó porque su candidatura entusiasmara a los electores, ni porque éstos apoyaran sus visión neoliberal y fundamentalista (que sin duda alguna contribuirán a hacerle aún más daño a los electores pobres y de clase trabajadora que conforman su principal base de apoyo), sino porque su contrincante era Aníbal. La legislatura PNP revalidó con facilidad, lo que demuestra que la masividad del voto-castigo al líder del PPD arropó indiscriminadamente a sus compañeros de tolda – independientemente de la mediocridad e ineptitud de sus rivales.

Fortuño hizo campaña por el “cambio” con la certeza de que sus votos más seguros provendrían de aquellos sectores que más temen al cambio – aquellos populares y penepés genuinamente horrorizados por la pantomima soberanista de último minuto de Aníbal. El “secreto” aquí, por supuesto, es que sólo un voto por Fortuño podía garantizar que nada cambiaría – y nadie entendió esto mejor que Rosselló, quien llegó a acusar a su ex-compañero de papeleta de robarle la primaria con votos “populares” (sabemos, claro está, que así fue que ganó las elecciones). ¿Es ese secreto la “verdadera ilusión” – una ilusión creada para obfuscar aquello que el sector “melón” no ha parado de recordarnos a gritos, que Fortuño representa los intereses desarrollistas que se preparan para enterrarnos bajo una avalancha de varilla y cemento?

Por suerte, las realidades del capitalismo global y de la politiquería criolla le imponen un límite insuperable a este sueño mojado de los constructores. Por un lado, a pesar del margen de victoria, Fortuño se inaugurará con un mandato bastante débil (obtenido con votos prestados), un partido dividido, y un Senado dirigido por un maquiavélico y autoritario populista que responde a toda una gama de intereses separadas de las de “Flojuño” – ¿no fue precisamente de esto que nos advertía Aníbal? Si, por otro lado, le añadimos a la mezcla una crisis global que apenas comienza (los bancos quebrados no pueden financiar condominios de lujo), tal vez lo que se perfila no es la orgía de destrucción ambiental que se nos viene anunciando, sino el nacimiento de una "tormenta perfecta" de luchas democráticas y sociales, si sabemos aprovechar la coyuntura (más sobre esto, en la Segunda Parte de éste escrito).

En todo caso, el gran perdedor de estas elecciones no es Acevedo Vilá, sino Daddy Yankee. La abstención “oficial” (entre los electores inscritos) alcanzó casi el 22%, o 528,000 personas, lo que en sí es un fenómeno sin precedentes en la historia moderna de las elecciones generales en Puerto Rico (los plebiscitos y referéndums son la exepción). Este número se duplica, sin embargo, cuando le añadimos las personas mayores de 18 años no incapacitadas legalmente (el número de incapacitados no es significante) que ni siquiera están inscritas – unas 600,000 personas adicionales. Esto significa que alrededor de 1,128,000 personas capacitadas para votar (la población mayor de los 18 es de casi 3 millones, con 2.4 millones inscritos, de los cuales casi 1.9 millones votaron) prefirieron “quedarse callaos”, lo que representa cerca de 137,000 personas más que las que votaron por Fortuño.

Por supuesto, al igual que Siete Nueve y los compañeros teatro-guerrilleros de Papel Machete (aunque éstos, claro está, sí votaron por su candidato, “Ninguno”), hay miles de personas en el país que ni votan, ni se quedan calla'os, puesto que día a día hacen trabajo político concreto de base en sus talleres y comunidades. La fría realidad, sin embargo, es que para la inmensa mayoría de esos 1.2 millones que se quedaron en sus casas, la motivación principal no fue una crítica radical del estado patriarcal-capitalista-colonial, sino el atomismo apático, apolítico e inmovilista que predomina en nuestra sociedad (como puede constatar fácilmente cualquiera que haya intentado expresar tal crítica en una situación cotidiana - “¡ay, no me hables de política!”). El abstencionismo en sí mismo, en fin, no es una expresión de la desafectación con el sistema, sino su expresión ideológica por excelencia, sin menospreciar el hecho de que es precisamente fuera del sistema electoral que se dan las batallas políticas verdaderamente decisivas.

Este factor es de particular importancia al momento de examinar las visicitudes del voto independentista, puesto que tanto la baja cantidad de votos recibidos por el PPD, como la gran cantidad de votos íntegros, sugieren que el fenómeno de los “pivazos” que fuera tan decisivo en el 2004, simplemente desapareció en estas elecciones. Aunque existe la posibilidad de que algunos independentistas confundidos votaran por Fortuño (como lo hicieran en el '96 por Rosselló), o por el PPR, es poco probable que esto represente más de un puñado de personas (no hay duda de que los 50,000 votos de Rogelio corresponden, en su gran mayoría, a populares desafectados, para quienes este representa una alternativa "safe" en términos de estatus). Con toda probabilidad, aquellos independentistas que no votaron por Edwin Irizarry Mora, sencillamente no salieron a votar (más sobre las posibles causas e implicaciones de ésto, en la Segunda Parte).

Si algo revelan los resultados de estas elecciones es el fracaso total de la estrategia “melona” de estimular a un supuesto sector soberanista dentro del PPD, colaborando con este partido para “frenar” el avance del PNP y del anexionismo (demás está decir que la victoria de Fortuño no representa para nada un avance del anexionismo, y que este está perfectamente conciente, y probablemente se siente aliviado, de ello). Lo único que ha logrado esta estrategia, además de vincular, en el imaginario popular (del pueblo) a la palabra “soberanía” con Aníbal y todo lo que este representa (el IVU, los “animalitos”, el cierre de gobierno, la represión de los maestros, los 24 cargos federales), es de proveerle al PPD el chivo expiatorio perfecto que les permite relevarse a sí mismos de responsabilidad por la abismal derrota.

Aún no se habían terminado de contabilizar los votos, cuando la cúpula del PPD ya hacía clara su intención de "regresar al centro". Está por verse si los dos o tres gatos “soberanistas” que han se han quejado tienen la integridad y la fuerza de convicción para arriesgar sus cómodos escaños legislativos y municipales para romper definitivamente con el partido de la colonia. Si lo hacen (cosa que francamente dudo) seguramente, el MINH y sus "expertos" los recibirán con los brazos abiertos.

En una próxima intervención abordaré el significado del resultado electoral para el PIP y la izquierda del país.

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