lunes, 6 de octubre de 2008

¿Alianza? ¿Cuál Alianza?: Respuesta a Papo Coss
por: José A. Laguarta Ramírez, Junta Editora de Apuesta
jalaguarta@gmail.com

Las opiniones que se publican a continuación no necesariamente reflejan la posición de la Junta Editora de la Revista Apuesta, ni del Grupo de Trabajo Universitario.

“La verdad siempre es revolucionaria.”
—Antonio Gramsci

“Artículo 3.001. – Los Partidos. – A los efectos de esta ley, se entenderá por "partido político" los partidos principales y los partidos por petición.
(1) Se considerará “Partido Principal” todo aquél no coligado que obtuviera en el encasillado correspondiente a su insignia en la papeleta para Gobernador y Comisionado Residente, en la elección general precedente una cantidad de votos no menor de siete (7) por ciento del total de votos depositados para todas las insignias de partidos, o que obtuviera en la papeleta para Gobernador y Comisionado Residente en la elección precedente una cantidad no menor del tres (3) por ciento del total de papeletas íntegras depositadas para todos los partidos; o cuyo candidato a Gobernador obtuviere en la elección general precedente una cantidad no menor del cinco (5) por ciento del total de votos depositados para todos los candidatos a dicho cargo,” (énfasis mío).
—Ley Electoral de Puerto Rico, Núm. 4 del 20 de diciembre de 1977, según enmendada, 16 L.P.R.A. §3101

El que escribe no es, ni ha sido nunca, miembro del Partido Independentista Puertorriqueño. Siempre he procurado, sin embargo, ser partidario de la verdad, no por pretensiones de conocer la verdad absoluta (de tenerla agarrá por el mango, como se dice por ahí), sino por entender, como plantea el filosofo francés Alain Badiou, que la verdad es un acto político, un avenir desconocido que sólo se corrobora en la acción. En ese sentido, invirtiendo la máxima gramsciana, el engaño y la falsedad siempre son enemigas del acto genuinamente político. No en balde la “gran mentira” es la táctica preferida de Leo Strauss, padre ideológico de la camarilla neofascista que desgobierna en Washington y heredero espiritual de Heinrich Himmler.

Es por esto que, independientemente de cuál sea nuestra posición con respecto a participar en la farsa electoral que se celebrará próximamente en Puerto Rico – “farsa: (del fr. farce) 1. Pieza cómica, breve por lo común, y sin más objeto que hacer reír” (ojo: no hay razones obvias para descartar a priori participar en la farsa, si con ello se espera adelantar otros objetivos) – es el deber de quienes luchamos por la transformación social en este rincón del mundo globalizado desmentir y desenmascarar la serie de falsedades que, descaradamente algunos, ingenuamente otros, se están propagando con el único fin de mermar el apoyo que, en tiempos de crisis sistémica, pudiera recibir el PIP, único partido de los cuatro inscritos que se acerca siquiera a ofrecer un programa electoral que se pueda catalogar de radical (“3. Partidario de reformas extremas, especialmente en el sentido democrático”) – incluyendo, por supuesto, al partido de Rogelio “Ni lo uno, ni lo otro, sino todas las anteriores” Figueroa.

No sé si el compañero Papo Coss, en su escrito “Derrotemos la Alianza PNP – Federales” (a publicarse próximamente en Claridad) represente a los últimos (los ingenuos) o a los primeros (los descarados). Sí sé que el efecto neto de su contribución es reproducir las falsedades que todavía compelen a muchos ingenuos a “prestarle” su voto al cínico, corrupto, colonial y antiobrero gobernador actual.

¿Qué no son lo mismo Aníbal y Fortuño? Por supuesto, hasta ahora Fortuño, que yo sepa, no ha echado a 100,000 trabajadores a la calle con la intención de chantajear al pueblo para que acepte un impuesto al consumo que prometió nunca imponer. Tampoco ha descertificado e impedido ilegalmente la participación en elecciones sindicales de la única unión que en tiempos recientes ha defendido la dignidad de su matrícula ejerciendo el derecho histórico de todo trabajador a la huelga para impedir, entre otras cosas, la privatización de la educación. Ni ha colaborado con el FBI en el asesinato a sangre fría de un líder histórico del independentismo, para luego cínicamente usar su cadáver de escudo ante una investigación por corrupción. Ni mantuvo la principal planta termoeléctrica del país en un estado de desatención tal que cogió fuego, para luego intentar achacarle sabotaje a la unión. En lo ambiental y lo comunitario, donde está puesto todo el énfasis de Coss, los últimos cuatro años han sido una retrahila de promesas incumplidas, prevaricaciones y reacciones tardías, situación que no da el menor indicio de cambiar excepto en papel, en la medida que sea necesario pescar incautos.

Que Fortuño esté en toda la disposición ideológica de hacer cosas similares o peores son otros veinte pesos. Pero peca de enajenado absoluto, o miente descaradamente, quien, ante la preponderancia de la evidencia histórica, tenga la desfachatez de sugerir que el que sí ha hecho todas estas cosas y muchas más es, por ende, la alternativa.

La mentira mayor, por supuesto, es el planteamiento que da título al escrito de Coss - no por lo que dice, que es cierto y tal vez sea la obviedad más grande en la política puertorriqueña de las últimas cuatro décadas, sino por lo que esconde (que Aníbal y el PPD también son aliados de ese maquiavélico y nebuloso tribunal colonial – ¿o acaso alguien duda quien es el que más se beneficia de la "cortina de humo" que representa el arresto de Ñañito? ¿desde dónde y hacia dónde se desplaza la atención pública? ¿sobre quién está cantando el nuevo acusado? ¿a alguien le sorprendería que no baje una sentencia en el caso Aníbal antes de noviembre?). La aburrida y banal realidad es que en ese tribunal hay elementos con simpatías tanto rojas como azules, quienes traman constantemente para favorecer a unos y otros, sin significar ello que los hechos de corrupción que utilizan como pretexto dejen de ser, en ambos casos, con toda probabilidad absolutamente ciertos.

Por supuesto, que todo este parloteo sobre “alianzas” tiene de subtexto otra gran mentira, tan descabellada que sólo tan venerable figura del melonismo criollo como lo es Don Juan Mari Bras ha osado pronunciarla por completo: la de una supuesta alianza entre el PIP y el PNP. Esta mentira implícita y subyacente a su vez sirve para esconder una verdad: la alianza concreta y real entre ese sector político al que pertenecen tanto Coss como Mari, con el actual liderato del PPD (y que Coss para todos los efectos confiesa con su tragicómica reflexión sobre la "unidad en la acción"). No hay más que preguntar, en uno y otro caso, dónde están los contratos, las posiciones gubernamentales, los llamados a “negociar”, la exposición mediática y los apoyos y censuras públicas (léase la bochornosa posición de unos respecto a la huelga magisterial, versus el apoyo incondicional de los otros) para ver dónde está la verdadera alianza.

Al remover estas capas del discurso, como a una cebolla, llegamos a lo que los lacanianos llaman el “grano duro” del asunto (lo que en la calle se conoce como el “meollo”): el deseo de este sector de votar, nuevamente, por Aníbal Acevedo Vilá.

Para ello han activado, sigilosamente – ¿será esto lo que “negociaron” con el PPD y pretendían negociar con el PIP? – una campaña poco original para “derrotar la Alianza PNP- Federales, fortalecer el sector soberanista del PPD y consolidar la franquicia electoral del PIP,” (Coss). El primer planteamiento ya lo he discutido. El segundo, se cae por su propio peso (¿Dónde está ese “sector soberanista”? Pregúnteselo a Aníbal, quien dejó claro en el debate que ya no necesita siquiera cortejarlos). El tercero se trata, nada más y nada menos, que de repetir la saga de los “pivazos” del 2004, con los mismos resultados. ¿Con qué cara se puede vender esto como una “estrategia para consolidar la franquicia electoral del PIP”? ¿Será el propio Coss tan ingenuo como para creerse su propia mentira?

El epígrafe de este ensayo deja claro que, según la Ley Electoral, un partido necesita el 7% de los votos “bajo la insignia” para quedar inscrito. En las pasadas elecciones, el PIP no logró obtener si quiera el 3% de los votos íntegros requeridos, como resultado de una confluencia de factores (la demonización de Rosselló, el rechazo a la perpetuación del rubencismo, la ausencia del PIP en la calle). El comportamiento electoral siempre es fluido, y particularmente en tiempos de crisis como éste, por lo que las elecciones pasadas ciertamente no determinan el que el PIP no pueda obtener un crecimiento porcentual que a su vez propicie un reavivamiento de la izquierda independentista en el actual contexto. Sin embargo, es más que evidente que una campaña concertada, como ésta, para restarle votos íntegros a un partido (incluso han comenzado a enviar mensajes de texto en los que rebautizan el pivazo, en lenguaje orweliano, como “voto unidad”) no puede tener otro propósito (independientemente de la intención “consciente” de algunos de sus promotores) que el de impedir tal resultado.

El compañero Coss concluye con una invitación, “no importa el resultado final” de las elecciones, a “encontrarnos en la calle luchando todos los días por la justicia social y la soberanía plena.” A él, y a todos los demás compañeros que por genuina ingenuidad todavía siguen los cínicos y prepotentes cantos de sirena del caudillo Aníbal (quien, al mejor estilo rossellista, le gusta recordarnos lo “mongo” – o en este caso, “flojo” – que es su principal contrincante, y a quien, después de todo, le encanta tener “las manos en el timón”) y de la camarilla de analistos hipócritas y oportunistas que mediante sus jugosos guisitos mediáticos le hacen campaña, le recuerdo que quienes sí hemos estado “en la calle” durante los últimos años, le hemos extrañado. Con quienes sin embargo sí nos hemos visto codo a codo, son Edwin Irizarry Mora y los demás candidatos del PIP.

Como socialista democrático y revolucionario ( ¿seré tal vez parte de esa "izquerda destructiva" a la que alude Marta Harnecker en el descontextualizado epígrafe de Coss?), por ellos va mi voto íntegro en las próximas elecciones, con la conciencia y el entendimiento bien claro de que nos queda, a todos, mucho trabajo por hacer, y todo el camino por recorrer.